EDMUNDO DANTES


Edmundo Dantés: ¿Basado en un personaje real? ¿Existió de alguna forma el Conde de Montecristo?


Parece que sí o, al menos, es lo que se desprende de la investigación llevada por el último Premio Pulitzer de Biografía, Tom Reiss, en su última obra: «El Conde Negro».


Pues parece que Edmundo Dantés, el protagonista de la famosa novela “El conde de Montecristo” (a la venta en Fantasy Tienda) está basado en un personaje histórico real, y muy próximo al autor: su propio padre, Thomas-Alexandre Dumas. Veremos en qué se basa.

Tom Reiss nos dice que descubrió “la vida del general Dumas cuando era niño, porque me gustaban tanto las obras de su hijo Alejandro que decidí buscar las memorias de éste. Lo increíble es que, en las primeras 200 páginas, sólo habla de este hombre extraordinario, su padre, que parece una combinación de D’Artagnan con Edmundo Dantés, Porthos, un poco de Aramis… Todos metidos en un mismo personaje”.

Ese pensamiento puso a este investigador experto en biografías sobre la pista del llamado “conde negro”, padre del autor de “Los tres mosqueteros” y abuelo del de “La dama de las camelias”… ¿Quién era este militar, cuya biografía fue acogida con entusiasmo por el público francés, y cuya figura inspiró la de Edmundo Dantés? Veámoslo.

Este señor fue el hijo de un aristócrata francés, Alexandre-Antoine Davy de la Palleiterie, cuarto hijo de una familia noble normanda, que marchó a Tahití en busca de fortuna y se emparejó con una esclava negra: Marie-Césette Dumas, con la que cohabitó durante 30 años. Fruto de esa relación, nace en 1762 Thomas-Alexandre.

Y es en ese momento donde su vida comienza el dantesco –nunca mejor dicho- periplo vital que hace que su vida se asemeje a la del protagonista de la novela que da título a este artículo: su padre, además de no tener éxito en los negocios que tenía planteados en el Caribe, es tomado por muerto por su familia… Cuando regresó a Francia, tenía tantas deudas que no tuvo más remedio que vender a su propio hijo, de inequívocos rasgos negroides, como esclavo.

Con el tiempo, una vez cobrada su parte de la herencia familiar, consigue recomprar a su hijo y concederle la libertad. Thomas-Alexandre llega a Francia con 14 años y, aparte de recibir la educación típica de un noble de la época, ingresa en la academia de esgrima de Versalles, en la que muestra un talento natural para el manejo de las armas.



Se alista en el ejército francés en 1786, con 24 años, donde se registra con el apellido de su madre (Dumas) para proteger la reputación de su familia paterna. Debido a su destreza con las armas y a su formación, ascendió rápidamente. Ya en su primer regimiento estableció contacto y amistad con los futuros generales Espagne, Carrière y Piston. El estallido de la revolución francesa, implica el exilio o ejecución de muchos oficiales nobles, lo que le facilitó el ascenso, si bien plenamente justificado: aseguró militarmente la región de Villers-Cotterets en 1789 y sirve a las órdenes del general Dumoriez en el Ejército del Norte.

Durante la campaña conoce a la hija de un posadero que se convertiría en poco tiempo en su mujer: Marie-Louise Elisabeth Labouret, con la que se casa en 1792, un año antes de convertirse en el primer general negro de un ejército europeo.

Llegando al ecuador de la Historia de este, sin duda, fascinante personaje, haremos un paréntesis antes de tratar con el que se convertiría en el punto de inflexión de su vida para aportar un nuevo testimonio de Tom Reiss: “No fue difícil seguir su carrera de armas, ya que los archivos militares franceses están inundados de documentos de 1790. Además, nuestro personaje era un gran espadachín y había sido general de la revolución, aunque fuera después olvidado y borrado de la historia, así que encontré muchas descripciones de él en combate”.



Dicho esto, veamos sus méritos: se empleó con distinción como comandante en la llamada “Guerra de la Vendée” entre 1793 y 1796 contra los contrarrevolucionarios franceses apoyados por Gran Bretaña, posteriormente en las campañas napoleónicas por la conquista de Italia (1796-1797), en la que debido a su papel defendiendo prácticamente solo el puente de Clausen, cerca de Adigio –en el Tirol-, le valió el sobrenombre de “el demonio negro”… Para seguir con la campaña de Egipto, entre 1798 y 1800.

Es en la campaña de Egipto donde empieza a cambiar su suerte a peor: se enfrenta aNapoleón al negarse a participar en la destrucción de la Gran Mezquita y a la matanza de 4.000 prisioneros en Jaffa y se gana la ojeriza por parte del pequeño general.

Se conserva la frase que Dumas le suelta al futuro emperador: "Por la gloria y el honor de la patria, yo daría la vuelta al mundo, pero si solo se tratara de un capricho suyo, no daría un solo paso."

Le echó narices, ciertamente… Pero tras estos desplantes, Napoleón tomó la decisión de quitarse de encima a Dumas, de innegables capacidades tácticas y militares, y que podía ser considerado un rival directo en cuanto a carisma y popularidad. Así que lo despoja de su rango y su pensión, obligando a Dumas a abandonar el ejército una vez acabada la campaña egipcia.

En a partir de este momento donde Reiss postula que: “sus hazañas militares inspiraron las aventuras de los mosqueteros y su terrible experiencia en el calabozo, El conde de Montecristo.”

¿Terrible experiencia en el calabozo? Sí. Al ser expulsado del ejército, regresa desde Egipto hacia Francia, pero naufraga cerca del Reino de Nápoles, enemigo de la Francia Bonapartista y, al ser reconocido, es encarcelado durante dos años en los cuales intentaron asesinarlo por envenenamiento. Aunque es liberado en 1802, y librarse de las purgas de la época de terror revolucionario, su salud quedó resentida irremediablemente.

Aún fue designado ese mismo año para sofocar una revolución de esclavos en Haití… A lo que, obviamente, se negó.

Regresa junto a su esposa, pero termina falleciendo cuatro años más tarde, el 26 de Febrero de 1806 con 43 años de edad víctima de un cáncer de estómago provocado probablemente por los repetidos intentos de envenenamiento sufridos en cautiverio. Alejandro, su hijo, contaba entonces con tres años largos de edad.

Una historia apasionante de un hombre con principios que fue despojado de sus cargos porque el Conde Negro “decía lo que pensaba y desaprobó las megalomanías de Bonaparte en Egipto”.

Entre el material que ha manejado este escritor neoyorquino experto en la investigación de biografías atípicas, figuran los diarios manuscritos del propio general en los que relata detalladamente sus batallas y su estancia en prisión.

Así que… ¿Realmente Alejandro Dumas intentaba glorificar a través de sus escritos al notable militar y símbolo antirracista que fue su padre? Parece que sí. Pensemos: Un militar brillante, hábil espadachín, que recupera una fortuna familiar tras pasar una temporada esclavizado, y que recupera una familia tras un tortuoso cautiverio al que llega después de caer en desgracia a causa de un acto de venganza… Sencillamente son semejanzas innegables que no pueden ser ignoradas y que bien pueden considerarse tal y como Tom Reiss postula en su obra “El conde negro” que espero que llegue pronto a nuestras librerías. Promete ser muy interesante, y espero tener el honor de poder reseñarlo.